Evolucione desde posturas muy próximas a Sócrates, hasta un pensamiento original propio. No solo fui un buen discípulo, sino que fui, uno de los más destacados yendo más allá de las enseñanzas de mi maestro.
Sin embargo volví a enfrentarme con los problemas planteados por los presocráticos, sobre todo, por Heráclito y Elatas. A pesar de este ambiente contrario, no naufrague sino que vi en la “definición” socrática la tabla de salvación donde asirse en el oleaje escéptico y el punto imprescindible para superar la perplejidad originada por las aporías aparentemente insoluble de los primeros planteamientos.
A mí se me ocurrió darle a la definición socrática independencia del conocimiento y otorgarle realidad propia: de esta forma obtuvo un mundo suprasensible, compuesto de ideas inmutables, eternas y trascendentes, objetos de verdadera ciencia especulativa; y un mudo sensible, copia imperfecta de aquel y de donde surgen distintas opiniones.